Llegan a España las guarderías y residencias intergeneracionales que juntan a niños y a mayores

Los programas intergeneracionales en guarderías y residencias que juntan a niños y a mayores cobran especial relevancia en el 27 julio Día de los Abuelos
 
MADRID Actualizado: 27/07/2018 09:34h · abc.es  

 

Pese a su diagnóstico de artrosis, Carmen (88 años) coge con sus manos las distintas lanas de colores para enhebrar en los cartuchos de café usado y ayuda a Asier, de 4, a terminar su «atrapa sueños», mientras este trepa al andador de la anciana y lo utiliza de silla. La escena tiene lugar en el último taller de la mañana del campamento intergeneracional que todos los veranos organiza la residencia de mayores Amavir Coslada (Madrid), en el que conviven menores desde los 6 hasta los 12 años y los residentes que así lo deseen. Juntos disfrutan de diferentes actividades educativas y de ocio distribuidas a lo largo de la mañana, como desayunos y comidas, manualidades, gimnasia, gymkanas, bingos, y hasta excursiones… Los niños llegan para iniciar su jornada a primera hora del día, y permanecen en el centro hasta última hora de la tarde. Los residentes les esperan con una mezcla de ilusión y expectación y se asoman cada poco a la sala habilitada para preguntar si han llegado ya los chavales.

La teoría intergeneracional

Los beneficios son mutuos, asegura la psicóloga del centro, Isabel Gómez de Salazar. «Está demostrado que las personas mayores implicadas en actividades intergeneracionales se sienten más felices que otros de su misma edad. Además, compartir con los más pequeños ciertas horas al día incrementa su actividad física, cognitiva y social. La interacción es real. Florece su memoria, aparece la concentración, la atención… y hasta dejan de tener dolor. Es increíble. Es el caso concreto de Carmen, que pese a esa limitación tan importante que tiene en las manos, que le hace necesitar un mango engrosado para los ejercicios de motricidad fina, se olvida de todo para ayudar al pequeño Asier en el taller de la mañana. Así que, que duda cabe. Los pequeños les hacen sentirse útiles. «Nosotros como profesionales que estamos acostumbrados a trabajar con ellos vemos cómo hay una distancia profesional que no tienen con los niños. Y todo esto promueve sin lugar a dudas un envejecimiento activo y saludable», concluye esta psicóloga.

Para los menores que participan en la actividad –principalmente hijos de trabajadores y nietos o familiares de residentes, aunque está abierto a todo el que quiera–, «no hay duda de que estas actividades son también una lección de vida para los pequeños, de la que aprenden las experiencias e historias de juventud de sus mayores». De hecho a los niños este tipo de encuentros, relata esta experta, «les hace pensar, fijarse y, en definitiva, crecer».

Intercambio real

Los horarios de los residentes, muchos de ellos con limitaciones, son respetados en todo momento para su descanso y normalidad. Sin embargo, aclara Magdalena Álvarez Expósito, terapeuta ocupacional del centro, «no hay más que ver la alegría con la que los mayores participan en las actividades conjuntas, y la admiración con la que los pequeños escuchan y aprenden. Su presencia en el centro durante unos días es maravillosa y súper efectiva, y en ese tiempo se realiza un intercambio real de afecto. De hecho los pequeños preguntan por los mayores con los que trabajaron el primer día para seguir haciendo equipo e, incluso, se refieren a alguno de los residentes como sus segundos abuelos».

A finales de agosto, este centro madrileño repite edición y también lo harán las residencias Amavir de Navarra –con una dilatada experiencia en campamentos de este tipo– y Amavir Teiá (Barcelona). Pero no son las únicas iniciativas de este tipo que tienen lugar en España. Macrosad, una cooperativa andaluza especializada en la educación de los menores y el cuidado y bienestar de las personas mayores, inagura en septiembre en la ciudad de Albolote (Granada) la primera escuela infantil y centro de día de la región.

«Sabemos que 13 de cada 100 personas de 65 años o más no tiene relación alguna con sus familiares más jóvenes con los que no convive», especifica Andrés Rodríguez, director general de Macrosad, y «sabemos también que las situaciones de aislamiento social son predictores de muerte, igual que el colesterol otras enfermedades crónicas». Por contra, prosigue, «hay estudios que hablan de que se pueden ganar hasta 7 años de vida en las personas adultas gracias al marco de relaciones entre polos generacionales. Estrategias positivas como estas sirven para que las personas mayores ganen calidad de vida en estos años. Es curioso, pero en los países orientales las personas mayores son veneradas, y se les considera sabias. Ese poso le aporta al menor un aprendizaje, una manera de entender la vida… Al mayor se le olvida incluso el dolor. Se llama inter-generoterapia. Nosotros apostamos por eso. Es una manera de entender la vida y de enriquecimiento mutuo, tanto a nivel grupal como individual».

El futuro ya está aquí

Es verdad, prosigue Rodríguez, «que no hemos descubierto los beneficios de la intergeneracionalidad. En nuestro país se llevan desarrollando iniciativas aisladas y pequeñas en este sentido cerca de treinta años. Pero que en España no se alimente eso, que no trabajemos en un sentido claro, es un sin sentido en una sociedad tan generosa y tan solidaria como la española, no es fácil de entender».

Por este motivo, Macrosad y la Universidad de Granada (UGR) acaban de unir sus fuerzas para impulsar una cátedra pionera sobre estudios intergeneracionales. «Necesitamos evolucionar en este ámbito, y más teniendo en cuenta que cada vez vivimos más y que estas experiencias nos ofrecen elementos y pautas de trabajo que permiten generar estrategias positivas para que las personas ganen calidad de vida en los últimos años de su vida».

Múltiples beneficios para ambos polos generacionales

Para los mayores:

—Efectivo intercambio de afecto. Estas experiencias placenteras hacen que mejoren su autoimagen, su identidad y que se incremente su sensación de sentirse útiles.

—Mejora en la salud. El incremento de la actividad física, cognitiva y social que se obtiene a partir de los programas intergeneracionales puede ayudar a mejorar la salud de la población que envejece.

—Menos sintomatología depresiva. Las personas mayores que participan en estas actividades, incluso las dependientes, aumentan su movilidad, la interacción social y reducen los tiempos de sueño o somnolencia. En definitiva, se sienten más felices que otros mayores de su misma edad y condiciones de salud.

Para los niños:

—Conexión fluida. Comparten cariño, forjan lazos de amistad y crean equipo de forma natural.

—Reducen sus prejuicios hacia la vejez. Aprenden, desde una edad muy temprana, sobre el proceso de envejecimiento. la finitud de la vida y a respetar a los mayores.

—Mayor perspectiva del ciclo de la vida. Se benefician de los conocimientos de las personas mayores porque conectan el pasado con el futuro.

—Mejoran sus habilidades sociales. Mejoran su empatía y la tolerancia hacia las diferencias, obtienen mejores resultados académicos y en el futuro presentan menos riesgo de participar en comportamientos de riesgo social.

 

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